jueves, 4 de enero de 2024

De la nada

 


María Zambrano muestra la condición “viviente” de la nada. A lo largo de la historia humana, “la nada ha venido cambiando de lugar, según cambia el proyecto de ser del hombre; según que el hombre pretenda o no ser y según lo que pretenda ser y cómo. Es la sombra de Dios; la resistencia divina. La sombra de Dios que puede ser simplemente su sombra su -amparo o su vacío en las tinieblas contraria.

La nada no puede configurarse como el ser, ni articularse; dividirse en géneros y especies, ser contenido de una idea o de una definición. Pero no aparece fija; se mueve, se modula; cambia de signo; es ambigua, movediza, circunda al ser humano o entra en él; se desliza por alguna apertura de su alma. Se parece a lo posible, a la sombra y al silencio. Nunca es la misma.

No es la misma, no tiene entidad, pero es activa, sombra de la vida también. Una de sus funciones es reducir: reduce a polvo, a nada los sucesos y, sobre todo, los proyectos....

Su acción es viviente. Diríase que es la vida sin textura, sin consistencia. La vida que tiene una textura, es ya ser, aunque en la vida siempre hay más que la textura. En el hombre, la nada muestra que es más que ser, ser a la manera de las cosas, de los objetos. Por eso, en el hombre a medida que crece el ser crece la nada y entonces la nada funciona a manera de la posibilidad. La nada hace nacer.

La nada es inercia. Invita a ser y no lo tolera: es la Suprema resistencia. Por eso crea el infierno, ese infralugar donde la vida no tiene textura. Ceder a él es sumergirse en la locura, en esa locura que precede a toda enajenación.

Pues locura es enajenarse, hacerse “otro”, mas no del todo, que sería cambio, aunque inesperado, anormal. Hacerse el que no se es sin lograr serlo. Tal situación no lograda de la personalidad ha de ir precedida de un desmoronamiento de lo que es textura, ser en la vida humana. Y si eso se produce sin la destrucción total, es el infierno en que el que va a ser “loco”-a hacerse “otro”- gime, a veces toda la vida, sin llegar a ese punto qué se entiende por locura, en que aparece la completa situación de la personalidad. La locura se llamó “mal sagrado.”

María Zambrano

No hay comentarios:

Publicar un comentario