“El sueño creador” es un texto revelador de la psicología humana, que trata a fondo el problema de la libertad humana.
María Zambrano nos dice que
despertamos del sueño a la vida por ello los sueños son parte intrínseca de
nuestro ser, pero lo son de un modo muy peculiar. Son algo así como la materia
obscura de nuestra sustancia. Pero quizá lo más revelador de los sueños al
analizar su forma, su lugar y su materia, a través de una fenomenología de los
sueños, es lo que tienen que decir respecto al ser que somos en vigilia. Y es
por eso que existen diferentes tipos de sueño: los sueños de la psique, los
sueños de la persona y los sueños creadores.
En los sueños de la psique reina
la atemporalidad y la ilusión del movimiento. Zambrano nos dice: en ellos
nuestra conciencia se sumerge, es arrastrada por un fluir incesante de
fragmentos figurativos. Fragmentos por los que retornan escenas de nuestro
pasado como si éste realmente no se hubiera hecho pasado; como fragmentos de
las memorias que insisten y se mezclan con el presente, son sueños de deseo
donde la conciencia aparece dominada por su pasado; o bien, surgen deseos invertidos,
por ejemplo, ofrecemos un regalo a alguien (máscara de generosidad) a quien en
realidad querríamos quitar algo que envidiamos. Son sueños en los que la
consciencia asiste sin la posibilidad de extrañarse, de preguntar, ya que para
preguntar se requiere de un vacío, de un distanciamiento que abre en la vigilia y que, hace posible experimentar
la discontinuidad, es decir el tiempo como presente, pasado y futuro que
transcurre; que abre al devenir; que abre a la posibilidad de que algo pase. El
vacío es la condición de posibilidad para que podamos hacer uso del tiempo y el espacio. Extrañarse,
preguntar es la condición para ser
libre. Libertad que emerge en medidas, grados y formas muy distintas.
Más los sueños aparecen como un espacio lleno,
sin vacíos, sin poros, sin la posibilidad de extrañarnos, es decir, en los
sueños no podemos pensar por absurdo o raro que sea lo soñado.
La consciencia asiste en los
sueños. Mientras que, en vigilia, existimos, es decir, se abre a ella el tiempo
y el espacio del que podemos hacer uso. La existencia es el campo de
posibilidad de toda libertad humana. Pues como nos dice Zambrano, no es
lo mismo la vida, que vivir la vida, y, toda vida humana exige que sea
vivida. Vida que es el lugar de
encuentro entre los seres. Por ello, por tratarse de encuentros, la vida es el
lugar donde no sólo podemos ver, sino que todo ver es simultáneamente ser visto.
Inclusive cuando nadie nos ve, nos sentimos de uno u otro modo mirados, lo que
obliga siempre a responder de la propia vida, como sea que seamos capaz de
ello. Ver y ser vistos es la condición que abre el camino al amor, a amar.
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