
Cuentan, que los elefantes caminan grandes distancias; que sus patas, especialmente las de los más viejos, son muy sensibles, redondas y rugosas, que como unos tímpanos pueden sentir a la distancia el vibrante golpeteo de las gotas de lluvia en la tierra. Entonces, los elefantes al mando saben cómo orientar sus pasos y guiar a su manada para calmar su sed [1].
También sabemos que los perros son fieles compañeros. Su fino olfato, de tan receptivo puede distinguir, entre una gran gama de olores, como los de diferentes estados anímicos de sus humanos compañeros, de quienes perciben hasta su ausencia.
Conocemos los mitos del chihuahua y el xoloitzcuintle de tierras tan ancestrales, que pueden descender a los inframundos.
Sabemos que los gatos, compañeros de las brujas, ensueñan; ligeros, ágiles y flexibles saben descargar y transformar las energías; y que los orangutanes conocen las plantas con las que preparar emplastes para curar sus heridas.
No es un secreto que las bandadas de gansos, al alinearse en V, en el aire, convierten al viento en su aliado para volar veloces y ligeros.
Los pulpos son conocidos por ser grandes estrategas; cuando están muy mal heridos saben encontrar algún refugio oscuro para descender a un sueño profundo, cercano a la muerte para sanar.
"Aprendimos que las hojas de las plantas pueden moverse en dirección del sol para alimentarse; y que los órganos reproductivos de los árboles, en las flores, se encuentren expuestos, abarcando lo más alto de sus copas, sensibilizando toda su superficie. Nos preguntamos ¿cómo se sentiría la propia piel, deviniendo árbol en flor?" [2]
[1] "Curso Árbol de las vidas" Bojutojú (2024-2025)
[2] Ibidem
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