domingo, 18 de agosto de 2024

Hacer tierra



 ¿Qué significa hacer tierra, hacerse uno con la tierra?

Me cuentan que los elefantes caminan grandes distancias; que sus patas, especialmente  las de los más viejos, son muy sensibles, redondas y rugosas, que como unos tímpanos pueden sentir a la distancia el vibrante golpeteo de las gotas de lluvia en la tierra. Entonces, los elefantes al mando saben cómo orientar sus pasos y guiar a su manada para calmar su sed.

También sabemos que los perros son fieles compañeros. Su fino olfato, de tan receptivo puede distinguir, entre una gran gama de  olores, los de diferentes estados anímicos de sus humanos compañeros, de quienes perciben  hasta su ausencia. 

Conocemos los mitos del chihuahua y el xoloitzcuintle de tierras tan ancestrales, que pueden descender a los inframundos.

Sabemos que los gatos, compañeros de las brujas, ensueñan; ligeros, ágiles y flexibles saben descargar y transformar las energías; y que los orangutanes conocen las plantas con las que preparar emplastes para curar sus heridas. 

No es un secreto que las bandadas de  gansos,  al alinearse en V, en el aire, convierten al viento en su aliado para volar  veloces y ligeros.

Los pulpos son conocidos por ser grandes estrategas; pero cuando están muy mal heridos saben encontrar algún refugio oscuro para descender a un sueño  profundo, cercano a la muerte para sanar.

Aprendimos que las hojas de las plantas pueden moverse en dirección del sol para alimentarse; y que los órganos reproductivos de los árboles, en las flores, se encuentren expuestos, abarcando lo más alto de sus copas, sensibilizando toda su superficie. Me pregunto ¿cómo se sentiría la propia piel, deviniendo árbol en flor?

Si eso que llamo hacer tierra no me lleva a ser más que yo misma, sino penetra y me saca de mis resguardos discursivos. ¿ Entonces de qué teatro estaría hablando? ¿De reciclados discursos al servicio de las nuevas religiones; de ser Terra amiguis, ambientalista conscientemente culposo de la nueva moral. 

Me gustaría más devenir animal y preguntar a los árboles como sembrar raíces. 

Bueno, ya le pregunté a tres, con mis manos y, ¡Pasumadre! que  sí responden.

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