Más que humano es el vaivén abrazador de los grillos, y el rocío al son de la luna llena que, generosa adormece a los sentidos.
A la distancia, un vuelo de pájaros incendiados, encienden los pies que se descalzan. Ser incandescente, Allah y esta piedra danzarina hasta las estrellas.
Pero ellos jamás serán testigo. Ellos de encumbrada sordera, enfermos de desprecio, borrachos de sí mismo.
"Ciegos de celos sintiendo germinar las semillas de antiguas tierras. Asesinos de niños y de los dioses que hoy resucitan a la tierra de su sangre fecundada hasta su centro, invisible" (Bojutojú “curso Árbol de las vidas). Pues, "tan humano se volvió su temor de ser devorados". (Ibidem)
Dicen afirmar la diferencia, pero llaman diferencia a todo lo que no pertenece a su cerco amurallado.
Mas, es tan humano fijar y resguardarse, como lo es que los sueños despierten a la vigilia, y poder imaginar y crear nuevos mundos. Pero, tan humano se volvió desdeñar sentir y soñar, temieron a los augurios de la noche, y a pensar la locura y vivirla.
Y tan natural preocuparse y victimizarse y lamentarse y compadecerse. Y tan natural ceder el poder del gobierno, del sentido y de los sentidos al normalizar los pequeños placeres y antes que nada desconfiar y rechazar a lo desconocido.
Fijarona sus dioses, los embalsamron, los amoldaron, los cristalizaron.
Y tan perdidizo el deseo en el cansancio al pasar el tiempo; tiempo del mundo que ha perdido su vacío, y su centro creador.
Quién se cree justificado en su desprecio.
Imagen “Bojutojú”
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