sábado, 12 de octubre de 2019

"Joker": Síntoma de un Cuerpo Social.



Esta película me ha llevado a pensar en la fuerza, la voluntad y el poder.
Arthur, el enfermo, asumía la forma de un ser patético, enfermedad resultado del conflicto entre las memorias de su cuerpo, inaccesibles para su consciencia y el deseo de Penny Fleck de que Arthur no existiera, más que como Happy. Sus síntomas eran sus emociones desencajadas, como su risa incontrolable; risa ambigua llena de dolor, tristeza y frustración. Risa que funcionaba como soporte de los delirios maternos que encarnaba Happy en Arthur. Happy era el pliegue que moldeaba un imaginario delirante y desencajado. Que moldeaba un ser incapaz de verse a sí mismo, de recordar los abusos y maltratos; risa, por la que se repiten interminables.
Pero esta película va todavía más lejos. Mientras Arthur se asume como Happy, cree que es y que tiene que ser bueno; aspira al reconocimiento de hombres de poder que operan como fabricantes de trampas, a su vez, hechos a imagen del éxito que funciona a costa de negar su propia perversidad. Negación implicada en pervertir los flujos sociales. Pervertir es abrir camino a flujos distintos, en este caso: flujos de contradicción, de oposición, de injusticia, de choque, de desesperación. Pese a su rareza Arthur es más cercano al común de personas de su tiempo, un ser débil lleno de frustraciones, ligado a la situación política y económica de su tiempo.
Cuando los fabricantes de etiqueta llenan los teatros del mismo modo en que los medianamente acomodados se conforman con indolencia al espectáculo presente: ciegos e indiferentes de una masa amorfa y latente de la cual se nutren, formaran parte de la trama que desdibuja los cuerpos de seres carentes de futuro. Así, cuando Arthur reacciona y se defiende, cuando asesina y se vuelve visible, Arthur encarna el despertar de un síntoma mucho más profundo, un síntoma social, un síntoma propio de la enfermedad de sus tiempos. Y un síntoma no es sin más asimilable a la enfermedad, es un intento del cuerpo y del cuerpo social de hacer visible un conflicto, de cambiar las cosas, de moverlas, de sacudirlas.
Las fuerzas reactivas emergen y serán desatadas con violencia en dos sentidos complementarios, primero cuando, Arthur, descubre las mentiras a la que se había sujetado. Hacen estallar las memorias engarzadas en él y a las que él mismo se aferraba soñando, alucinando. Se imponen los gritos de su cuerpo, los rechazos, el odio. La afirmación del mal le permite desligarse de todo lo que no es, de todo lo que lo debilitaba pero lo volvía medianamente aceptable para una mirada ajena e indolente. Es la afirmación de la voluntad en el mal, y son estos sentimientos los que ahora le dan consistencia y cohesión a su ser: la venganza, el odio, la justicia. Más la otra fuente de fuerzas reactivas, la que le hace posible encarnar a Joker es la fuerza del despertar y el desquicio de esa otra violencia: la de los inexistentes de su tiempo que hacen posible a Joker volverse más que un símbolo, una máquina de guerra.
Happy muere al par que Penny F. dando vida a Arthur, Arthur: un ser múltiple es apenas visible entre su estado enfermo Happy y Joker. A Arthur le da cohesión un deseo de justicia dónde él se cree victima de las circunstancias, pero, antes de visibilizar así su existencia, él emerge de una reacción enfurecida por salvar su vida, instante donde aflora la afirmación de sí, instante que torna la fuerza a favor de su vida; fuerza que le permite ver la perversidad intrínseca del bien que lo había negado hasta entonces, y que representan personajes como Franklin, Bruce Wayne, Randall y Penny F. Hay instantes en que Arthur tendría la posibilidad de encarnar esa fuerza múltiple y más maleable de sentido de justicia, así: cuando decide no matar a Gary, o cuando planea enfrentar a Franklin y suicidarse. Es la negación de la propia perversidad al interior del bien supuesto en personajes como Franklin; es la negación del dolor del ser de Arthur por personajes como Penny y Bruce lo que hace posible la disyunción Arthur o Joker. Sin embargo, Athur no puede distanciarse de la victimes, abrir las perspectivas o las estrategias de justicia al sólo victimizarse. La moneda está en el aire: el dolor, el dolor múltiple y moldeable de Arthur se fijara en la forma del resentimiento, ahora su risa es la afirmación de la venganza, de la ironía de la locura y el sinsentido; el cuerpo social furioso formara la matriz de fuerzas excesivas que fijaran la mirada del mal en Joker.
Una buena película es capaz de manipular con maestría las perspectivas y las posibles miradas, es capaz de llevarnos a sentir y pensar de formas y de modos distintos de los habituales. El mal, el bien y la justicia como flujos y no como figuras que se cierran sobre sí mismas. Flujos manifestando formas y conexiones múltiples. Joker es un ser maldito, sin arrepentimiento.